viernes, 22 de febrero de 2013

ACTA DE PARÍS ERA UNA FIESTA


20 de febrero de 2012

PARÍS ERA UNA FIESTA, de Ernest Hemingway, era la excusa. Y la fiesta comenzó en la precena-exposición de Jorge Camacho, pintor surrealista cubano afincado en Almonte, cuyos negros ojos encandilaron a su tocaya Julia Carlota. Alboroto general al ver aparecer a nuestra mariposilla gaditana ¡ay, si detrás viniera la volvoreta galleguiña!

Jorge Camacho era otra excusa, la elegida por Pilar para proponer una próxima lectura “pero no para el mes que viene, que tengo otra, para el siguiente”. Y como estábamos fáciles y dóciles, nos dejamos convencer sin ninguna oposición. Así, como el que no quiere la cosa, ya tenemos lectura para dos meses. ¿Y por qué era Jorge Camacho una excusa? Porque como cubano exiliado apoyó a su compatriota el escritor y poeta Reinaldo Arenas. Y con su desparpajo habitual nos cuenta nuestra Pilipink que incluso lo trajo algunas veces a la Sierra de Huelva, cosa que celebró nuestra más serrana miembra con palmaditas y saltitos de regocijo. Pilar quiere que leamos un libro de cuyo nombre no consigue acordarse (¡¡¡ayyy, la edad!!!) sobre los intelectuales que apoyan el régimen de Castro.

Salimos rodeando la catedral hacia el destino elegido por nuestra anfitriona: Pilar. Las asistentes: Elena, Marga, ¡María sur!, Rocío, María del Mar, Ángela y yo misma, Cristina. Y el invitado. A la tercera fue la vencida. Porque tres eran tres las veces que nuestro invitado ha estado infructuosamente invitado, pero al fin pudo sentarse en nuestra mesa Eliseo. Y además el día de su cumpleaños. La cita fue en Maccheroni & Cía, un estupendo italiano muy cerquita de la catedral. ¿Sería elegido por el paralelismo con el Shakespeare & Cía de Sylvia Beach? ¡chi lo sá!



Y como nuestra anfitriona es siempre muy detallista, empiezan las sorpresas. Reparte a cada uno un sobrecito tan rosa como sus pelos. Dentro, una tarjetita (“la mía es marrón” “¡ah, pues la mía es negra!”), con gloriosas frases de Ernest Hemingway escritas con tinta plateada. Pasamos a leerlas por riguroso orden. Unas provocan risas, otras minutos de reflexión. Intentaré poner en rojo las que recuerde.

La mía, una de las mejores (sin acritud):
“Quédate siempre detrás del hombre que dispare y delante del hombre que está cagando. Así estarás a salvo de las balas y de la mierda”…
Conmovedora cita digna de ser bordada a punto de cruz.

Otra de las más aplaudidas fue la de Elena:
“La gente buena si se piensa un poco en ello, es siempre gente alegre”.
Y buena gente era la que se sentaba alrededor de la mesa, porque las sonrisas sólo dejaban de brillar para darle un buchito al vino siciliano que nos fue dejando “poivrottes” poco a poco (o como diría Ernest si estuviéramos en Montparnasse “alcohólico, pero en mujer”).



“Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.
Pues nosotras no hemos aprendido nada porque no callamos ni debajo del agua, quizás porque no hemos llegado a los sesenta. Tras los preámbulos y prolegómenos habituales a la hora de decidir las viandas, y algún toque de atención con el tenedor y la copa, comenzamos a comentar el libro.

Ni fu ni fa. Fue el comentario más habitual. Y para contentar a nuestra fiel encuesta diré que en el blog hay cinco votos. Cuatro regulares y un bien, que descubrimos rápidamente que es de Marga. Los demás –votantes y no votantes- pensamos que el libro era bastante “inaccrochable”. A pesar de todo, dio mucho juego.

A Pilar, gran lectora de Hemingway, le dio pena el autor, que por los días que escribió el libro ya estaba acabado. De hecho el libro sólo fue publicado póstumamente, y parece que después de todo lo que el autor vivió, viajó, amó, bebió, cazó y guerreó... lo que mejor recuerdo le dejó es su época parisina con Hudley y Bumby, "cuando era muy pobre y muy feliz".

Vino al pelo un comentario de Vargas Llosa que aparece en su libro “La verdad de las mentiras”, y que con permiso del Nobel “crocharé” aquí:
“En realidad, era un coloso malherido, semi-impotente, incapaz de concentrarse intelectualmente para emprender una obra de aliento, al que angustiaba la pérdida de la memoria, deficiencia que para aquel que juega al deicida “el novelista reinventor de la realidad” es sencillamente mortal. En efecto, ¿cómo erigir un mundo ficticio, coherente, en el que el todo y las partes estén rigurosamente trabados hasta fingir el mundo real, la vida entera, si la memoria del creador falla y el hechizo de la ficción se rompe a cada instante por las incongruencias y los despistes del relato? La respuesta de Hemingway fue este libro: escribiendo una ficción encubierta bajo el semblante del recuerdo y cuyas desconexiones y fragmentación se disimulan tras la unidad que les confiere el narrador que recuerda y escribe.”
Y según algunas fuentes bien informadas, su última mujer, Mary, quitó y puso lo que quiso tras la muerte del autor. O sea, que mangoneó el manuscrito a su gusto. De hecho, yo he tenido en mis manos dos ediciones diferentes, y en la más reciente hay más capítulos y en otro orden que en la primera.

Es opinión general que hay muchas historias y retratos de personajes muy interesantes de aquella época tan creativa: Sylvia Beach, Gertrude Stein, Ezra Pound, Scott Fitzgerald…, aunque algunos están tan esbozados que nos ha hecho tirarnos de cabeza a la Wikipedia en busca de más datos sobre todos ellos. Aún así, algunos párrafos describen a los personajes con mucha poesía, y se nota en su narración que el autor era periodista. Pasmadas nos dejó, como madres amorosas que somos, que dejaran al niño, Mr. Bumby, bajo la tutela del gato, Mr. Puss. "Eso ahora sería maltrato!!" se oyó al fondo de la mesa.

Eli apunta que no le ha gustado el estilo, pero que es un libro para releer.
“Conocer a un hombre y saber lo que tiene en la cabeza son asuntos distintos”.
¡Qué razón tiene Ernest!



María Sur, cosmopolita ella, dice que hay que leerlo en inglés… “Lo mismo dice Ángel”, apunta Julia Carlota desde el fondo de la mesa, y un viento huracanado recorrió la mesa.

A mí el libro me ha dejado mal sabor de boca, porque me quedé enganchada con la lectura de “Por quién doblan las campanas” (hay una escena de amor bajo una manta, cuando los dos piensan que va a ser su última noche, que te deja mueeeeeerta). Y más después de ver la soberbia película, con Gary Cooper e Ingrid Bergman llenando la pantalla sólo con su presencia.

Y así, entre pizzas, carpaccios y tartufos neros, fue pasando la noche con los fantasmas de la “generation perdue” revoloteando a nuestro alrededor. Curiosa cosa esta de la historia. Curioso que el término que define a una generación salga de una charla en un taller mecánico, donde Gertrude Stein llevó su coche a arreglar:
“Estábamos de vuelta del Canadá y vivíamos en la rué Notre-Dame-des-Champs y Miss Stein y yo éramos todavía buenos amigos, cuando ella lanzó el comentario ése de la generación perdida. Tuvo pegas con el contacto del viejo Ford T que entonces guiaba, y un empleado del garaje, un joven que había servido en el último año de la guerra, no puso demasiado empeño en reparar el Ford de Miss Stein, o tal vez simplemente le hizo esperar su turno después de otros vehículos. El caso es que se decidió que el joven no era “sérieux”, y que el patrón del garaje le había reñido severamente de resultas de la queja de Miss Stein. Una cosa que el patrón dijo fue: «Todos vosotros sois une génération perdue.
-Eso es lo que son ustedes. Todos ustedes son eso -dijo Miss Stein-. Todos los jóvenes que sirvieron en la guerra. Son una generación perdida”
Lo que más carcajadas provocó fue la anécdota que contó nuestra Heidi pilipink de su tierna infancia. La imaginamos con sus abarcas y su enciclopedia Álvarez recorriendo las montañas y cantando por Manolo Escobar por ganar un pollo… pero eso es una historia que espero que ella misma nos narre en su próximo libro: “Mi pueblo era una fiesta”, así que no pienso descubrir nada más, no vaya a ser que le reviente las ventas (eso y que sería incapaz de transcribirlo, para qué nos vamos a engañar… a lo mejor dentro de poco, tras mis clases de literatura creativa…).

Con la tarta de limón, la segunda sorpresa: las velas del happy birthday para el invitado, que sopló acompañado del canturreo con nuestras angelicales voces. 

Y la tercera: el regalo. Una práctica bolsa de agua caliente (de la época de la “generation perdue”) para que sus piececillos no sufran los rigores del invierno hispalense. Todo un detalle que disfrutaré yo también.

Con los postres vinieron las propuestas. Bueno, la propuesta (una de las más malignas comensales, cuyo nombre no diré, me dijo que pusiera en el acta: “y por coj…nes vamos a leer:”). Y es que Pilar nos propuso un plan tan fantástico que respaldamos como corderillas. ¡Un libro surcoreano! ¡para que disipemos todas nuestras dudas sobre la forma de vida surcoreana! ¿Quién se puede negar a eso? Creo que más expectación que el libro despertó nuestra próxima invitada, a la que Pilar definió con muchísimo entusiasmo, porque lo comentaremos con una surcoreana auténtica, cosmopolita a más no poder.

Y así acabó la fiesta. Sin gintonics ni nada. Qué se le va a hacer. Quizás no queríamos parecernos demasiado a Zelda. 

Lo que sí es verdad es que siempre que acaba una cena me quedo como Ernest: "Al terminar un cuento me sentía siempre vaciado y a la vez triste y contento, como si hubiese hecho el amor"... ¡Hoy Libro es una fiesta!

4 comentarios:

mari-posilla sur dijo...

¡Accrochable total, y sin taller de por medio!
Leerte de nuevo sí que es una fiesta y recordar que aún nos queda sitio y tiempo para las risas y la alegria.

Pilar dijo...

Ja Ja Ja. ¡¡¡Bueno, bueno, bueno!!! Una idea fantástica esa de tú escribir el acta este mes y así estamos en paz por haberte escrito yo la del mes pasado.

He disfrutado leyéndola, me he reído, he recordado y... prometo escribir en el blog un capitulo de Mi pueblo era una fiesta... ¿Cuándo? Pos yo qué sé. Ya sabes cómo somos los artistas... Y si no pregúntale a Curro Romero Je Je.

Enhorabuena, Cristi. Buenísima acta... Y muy pronta, imagino que para deleite de la gallega que debe tener las uñas carcomidas por tanta ausencia.

Maria-Norte dijo...

¡ Se ha adelantado la primavera¡.
Esta mañana mi ordenador ha aparecido con una mariposa batiendo las alas llenas de colorines¡.
¡Que bien lo pasasteis¡.
Gracias Cristina por abrirme un agujerito por el que colarme en la cena.
Echo de menos en las fotos a la Sor ¿ Se escondió ò era la fotografa?
Felicidades Eliseo, por tu cumple y por lo bién que lo celebraste.
Menos mal que habeis explicado un poquito lo de Manolo Escobar, porque estaba extrañada de los nuevos derroteros en los que se movian vuestros momentos musicales y no entendía nada de pollos ni de Heidis.
Seguramente no pueda ir a la cena de Marzo, Iberia lo está complincando y la Semana Santa es la siguiente y tenemos un encuentro familiar, pero os vigilaré de cerca.
Me hago mi propio regalo con otra cita de E. H. que escribiré con tinta de plata, para no desperdiciar ningún día
"Sentía la soledad de muerte que llega al cabo de cada día de la vida que uno ha desperdiciado"

julia carlota dijo...

Oye, Cristi, qué buena el acta, no se te escapó nada, querida, ni mi turbación ante los ojos del pintor, uffff, qué caló.
Gracias.