jueves, 18 de octubre de 2012

ACTA CENA OCTUBRE



Sea ésta la manera cipionesca, amigos: que hoy os cuente lo de anoche y los trances por donde he venido al punto en que ahora me hallo, y si mañana estuviéreis con habla, comentad vosotras; porque mejor será gastar el tiempo en contar las propias que en procurar saber las ajenas vidas... Y si os cansare lo que os fuere diciendo, o me reprehendéis o mandáis que me calle.

¿Que qué os diría de lo que vi y oí en el Macuro y de las cosas exorbitantes que en él pasaron?
Pues que… si como organizadora oficial, que no de hecho, y levantadora de este acta, fuera como Andrés, tendría, como él con los pecados, que inventarme la primera parte, ya que llegué con retraso y, ya puesta a inventar, hacer lo mismo con la segunda e imaginar conversaciones y falsos comentarios para evitar el halago excesivo y sobre todo para evitar que alguien pueda sentirse mínimamente aludido… aunque algunos ya lo han hecho incluso a pesar de que la “elegancia suprema” de su porte nada tenga que ver con la talla bajita con la que al parecer fuera concebido en sus principios.

Pero es ineludible la hora de escribir con la verdad por delante, o al menos la que yo creo, y agradecer en primer lugar la magnífica organización de "mis colaboradoras en el terreno". Así pués cuando llegué a la taberna, o mejor dicho, al estupendo reservado que tienen enfrente, y por donde se respira arte desde sus paredes hasta en la mesa, me encontré con José Luis Rodríguez del Corral, el autor de Blues de Trafalgar, más que bien acompañado por Cristina, Ángela, Mª del Mar y su invitada Pilar, Elena, Rocío, Marga, Adela y Pililebe. Con mi llegada (María Sur) sólo nos falta el periodista. Llega enseguida Diego (Carrasco) Arce, saludos y bienvenida.



Sobre la mesa libro de actas nuevo, decorado por nuestra ilustrísima ilustradora y la Amandita de plata con la que obsequiamos a José Luis. También el regalito que él nos hace a nosotras, un magnífico ejemplar para cada una de lo que dice fue un sueño, aunque por lo vívido tiene sus dudas.
A Diego, como es repetidor y ya tiene separador, le regalamos una bonita libreta donde promete ir recopilando ideas que luego nos mostrará… ¿Se estará “trabajando” ya otra invitaciooón?

Cristina nos regala a todas el cuento de La Chaqueta Embrujada que se cita en nuestro libro.


Con José Luis: De librero y padre precoz a escritor maduro, de las experiencias y pasiones con las que uno documenta una vida frente a la frialdad de un documento, de premios y editoriales, de los argumentos y creación en cine y literatura, de la caracterización de los personajes, de la generosidad de los lectores... generosidad a veces interesada, intencionada, a veces, incluso traicionera.
Interesada e intencionada esa “lectora” que compone una bella estampa leyendo bajo el sol londinense sentada en un banco. Como traicioneras esas otras que bajo la luna sevillana regalan alfileres de plata, clavándolos en el pecho de la santa esposa de un pobre viudo mientras alguien ahoga penas en un café rubio aromatizado con lúpulo.


Unanimidad en los comentarios acerca del libro. A todas nos ha gustado su lenguaje, la descripción de ciertos entornos, fenómenos y situaciones, que no por conocidos dejan de sorprender, precisamente por la sencillez con que los escribe; las idas y venidas en el tiempo, con un presente atormentado que intenta olvidar lo que no se puede, el pasado. Un pasado, por cierto, y errores al margen, de sol y rebeldía, y de callejeo y azoteas conocidas, que a muchas ha hecho evocar aventuras y desventuras de juventud. Mención aparte merece nuestra queridísima palentina, la más sevillana de todas.

Y por supuesto, unanimidad, pero ya en los peticomiteses, sobre la simpatía y agrado de autor y prota-denunciador, que hicieron de la reunión un rato muy especial, divertido e interesante y si a ello unimos el entorno y complementos culinarios bien podríamos hablar de una velada “sumamente elegante” (no sé que pensará Arce).

Se suceden las conversaciones, se mezclan, cuéntalo tú que lo sabes mejor que yo, se forman corrillos, se opina sobre los prototipos, se calla… y en el aire queda la pregunta ¿destino o azar?. Y por más que intentemos respondernos, habrá que recordar siempre que esta duda no nos exime de la responsabilidad y que hay heridas que efectivamente sólo curan con sal. Tal vez por ello “lo blues” de la novela aunque bien podría ser una “levantera” en toda regla.

Y es que releyendo ahora ya con calma el primer párrafo del libro, y pensando en la magnífica descripción que hace del levante en él, da la sensación de que describe exactamente lo que muchas hemos podido sentir al leer la novela: ha llegado hasta mí de improviso, arrastrando todo lo que no está bien sujeto, despertando mi conciencia a golpes…¿cómo enfrentarme a ella a corazón abierto?.

La noche acaba y yo he apurado con demasiadas prisas y corriendo los mismos kilómetros, “literalmente”, que recorría en tiempos la Banda de los Cuatro, por eso tal vez alucino…o ¿será el levante “que moviliza a los dementes y trastorna a los cuerdos”? –juro que no ha sido la goma, costo o chocolate, en todo caso la exquisita crema de remolacha con queso- pero… decidme, decidme, ¿sabéis vos si anoche fueron ciertas, o no, las arenas de la playa sobre la mesa y las voces, digo bien voces, de unos perros "ejemplares” que hablaban con orejitas de la suerte y vestían chaquetas embrujadas?


Próximo libro: pendiente.
Próxima cena: miércoles 14 de noviembre. Organiza Adela. Invito yo.

ENCUESTA: 6 VOTOS
5 MUY BIEN / 1 BIEN 

10 comentarios:

Cristina dijo...

Por un momento he estado con habla, pero la he perdido tras este acta (¿o será esta acta?) tan bien elaborada.

Me repongo y comento:
1. Me encantó todo. Y cuando digo todo, es todo. Espero tener un ratillo para leerme el regalo que nos hicieron, aunque estuve tentada a no romperle ni el lacre, la curiosidad por ver el interior pudo más.
2. Lamento ser la traicionera de haber clavado alfileres de plata, por cazar el gazapo de la resurrección de la señora esposa del senador viudo. Pero, puesta a buscar una excusa convincente, espero que sea subsanada en una próxima edición, que no queda mona una esposa zombi -sea senadora consorte o no-.
3. Me gusta ir añadiendo invitados que se convierten en amigos. Y, lamento que a Pilar, la cuñadídima, no la agasajamos como merecía, por estar tan embelesadas con nuestros hombres.
4. Siempre me queda la sensación de dejar cosas en el tintero, pero me quedé sin decir que me encanta como el libro pasa del pasado al presente, porque es como si viéramos al escritor, tras una jornada de trabajo, hacer una pausa en su trabajo para disfrutar del anochecer de Zahora.
5. Magnífico tuneo de portada el de la "levantadora de actas", con su orejita de la suerte y la arena pegada para que no se la lleve el levante. ¡Un puntazo!
6. Ruego encarecidamente a los dos invitados que se pongan raudos a escribir, para que puedan ser repetidores o incluso tripitidores.

pilar dijo...

Gracias, María.
Llegaste tarde, sí, pero qué bueno que llegaste. Otras, estando infinitamente más cerca, sin autopista de pago, carreteras nacionales, coches que van y vienen, relojes que te reprenden si los miras, estreses indeseados, tampoco llegamos puntuales.
Llegaste cansada, se te notaba en las bolsas, en el gesto… que a nadie importa porque no eres de las que te gusta hacer de tu día a día una epopeya para comentar en público con la peregrina intención de ser más valorada. Te las vi, sentada como estabas a mi derecha. Pero también vi tu sonrisa de siempre –ahora adornada con un aparato que la pretende confundir con un tiempo adolescente- , tu cordialidad, tu escuchar cuando escuchar se te antoja más enriquecedor que abrir la boca.
Llegaste tarde, sí. ¿Y? ¿Acaso se te escapó algo de lo que allí pasó, incluso de lo que sí pero no?
¿Seguro que no te toca organizar de nuevo la cena del mes próximo para leerte?

julia carlota dijo...

Qué bonita María, que poética. qué completa. Tiene razón Pilar, llegaste tarde pero llegaste divinamente.
Me encantó la cena, los invitados (los tres) y también el acta.

Marga dijo...

Unas cuantas entradas atrás se nos preguntaba por las primeras frases de los libros, si recordábamos alguna donde se cumpliera especialmente ese objetivo del autor de engancharnos a la lectura. Me quedo con la de Blues de Trafalgar: “El levante ha saltado por la noche con la luna llena, ardiente como el aliento de un dragón que se arroja de improviso sobre la costa desarbolando cuanto puede, arrastrando todo lo que no está sujeto, despertando a familias enteras a golpes de puertas y ventanas”. Y también con la segunda:”Encoge los perros haciéndolos gemir”. Y con la tercera: “Se apodera de Bolonia cubriendo de nuevo de arena sus ruinas, agranda los ojos de los caballos de la yeguada de Zahora, que yerguen las orejas y permanecen insomnes”. Y con…
El libro, el autor, el lujo impensable de un generoso personaje que no quiso hacer sombra a su creador, la reunión: ¡todo ha sido un placer!
Gracias, María, por el acta (el acta, un acta, pero… ¡esta acta!)

pepito grillo dijo...

mi amor... de las primeras frases no hemos hablado (todavía) ¿no estarías en otro sitio?

Pinocho dijo...

"¿Hay alguna primera frase que os haya enganchado a un libro?" Así acaba la entrada "Las apariencias también engañan". Y aunque, como parece, no es un cierre, sino el prolegómeno de un post prometedor, he tenido la osadía de contestar, esperando que no nos hagas sufrir mucho y que cuelgues pronto esa anunciada entrada.

Gepetto dijo...

¡Listo! tus palabras son órdenes, querido Pinocho

José Luis Rodríguez del Corral dijo...

Prometo repetir, libro nuevo por delante, en cuanto pueda, porque me lo pasé estupendamente. Ah, Cristina y las demás, lo de la "esposa zombi", hasta que no se corrija en próxima edición, es un secreto entre nosotros.
Muchas gracias a todas. Lo que hacéis es fabuloso.

Cristina dijo...

Seremos tumbas para la zombi. Y por supuesto que repetiremos, con uno nuevo o con la sonrisa vertical! Te seguiremos, ya somos tu club de fans (o uno de ellos)

Marga dijo...

Prometido y por escrito...¡no puedes echarte atrás, José Luis!
Gracias por "La noche de Cipión", historia deliciosa con un planteamiento genial.