jueves, 31 de enero de 2013

ACTA CENA ENERO CON SEIS PRESENTES Y AÑORADAS AUSENCIAS



Cinco gatos, noche heladora, mesa demasiado grande, rostros ¿invernales?, ¿tristes?, ¿cansados?... ¿Todo eso y nada?

¿Cinco gatos? No, seis (gatas) para ser exactas: Marga, Adela, María del Mar, Ángela, Elena y Pilar. ¿Ni siquiera la organizadora de la cena de este mes, a la sazón blogmaster del mundo mundial? Llamada telefónica inmediata. ¿Que estás con gripe? ¿Que hace días que no vas a trabajar, criatura? ¿Que te arreglaste pero tuviste que desarreglarte de nuevo porque la tos te ahogaba? ¿Qué la familia casi te agarra de la yugular para que no salieras? ¿Que estás en la cama y con pijama? ¿Que en lugar de una cena rica e intelectual prefieres el Paracetamol y el Dalsy? Oye, pues no te nos vayas tú a agobiar amiga nuestra: aquí yo te escribo el guión de la cena y ya tú, cual Doctorow pero a la salsa alioli y castañuelas, le das forma a lo que va a ser la noche y santas pascuas. Considerando que la cena a punto de comenzar, en nada se podrá comparar con la macabra y larguísima existencia de los hermanos Collyer, la cosa está ¿chupada? Ay que no que no. Que yo cómo voy a hacer eso si no estoy ahí sino aquí con la manta eléctrica. Que no hija no. Que yo no puedo escribir el acta si no estoy… Respira, respira, que no se puede hablar sin poner comas a la vida de vez en cuando y menos aún cuando la gripe (y no española) te tiene bajo arresto domiciliario.

Si no hay mal que por bien no venga. ¿O es que alguna vez alguna de nosotras, presentes o ausentes, osó hablar del compañero y sin embargo amigo de la que tuvo que ser escribidora del acta del mes de enero? La culpa no fue del morbo ni del cotilleo barato, y menos del cha cha cha, sino de un accidente de bicicleta que salió a cuento, de un encuentro casual con la bella sobrina que nos atisbó desde el escaparate del restaurante y  de unas puñeteras gambas que se empecinaban en esconderse en un carpaccio extra plano camuflado entre un fondo negro y una salsa rosa que se repetiría en sucesivos platos como si estuviéramos celebrando el día del Orgullo Gay en lugar de nuestra cena Hoy Libro. Ay, no hijas no. De esto no contamos ni mú, que aquí sólo se reproduce lo literario. Lo mundano queda para la intimidad de una cena.

Seis, pero podíamos haber sido perfectamente cuatro. ¿O acaso Adela y Ángela no se habían ventilado a los Collyer ya en los quince minutos que duró el trayecto hasta el restaurante? Mucho tiempo fue ese pues les sobraron minutos y minutos para rajar de exes, niños, Zara… Menos mal que las chiquillas son sociables, solidarias y atentas y, puestas a rajar, no les importó compartir y repetir y ampliar sus sensaciones literarias con el diminuto resto presente. ¡¡Qué pocas éramos y que corriente de cojera nos entraba por todos los flancos!!

La noche fría, la mesa desbordante de ausencias. Cómo os echamos de menos. Qué mala es la gripe y qué lejos están Cádiz y Coruña… y Santa Clara. ¿¡Que ya he dicho que éramos pocas!? ¿Qué  no me repita? ¡Y qué puedo hacer si soy asquerosamente sentimental!

La novela a comentar dura, muy dura, la comida de diseño, en proceso de experimentación o eso parecía transmitir el camarero con tanta preguntita degustativa. Con este panorama, ¿no es perdonable que las presentes aprovecharan cualquier excusa para dispersarse? ¿Necesitan las presentes, y las ausentes, motivos para dispersarse? ¿Acaso no posee este grupo la capacidad innata de pasar de lo intelectual a lo frívolo en microcentésimas de segundo sin despeinarse? ¿Por qué se coló en la conversación el del accidente en la bici, bautizado Eliseo, y la cocina del hotel El Pato … (la que quiera saber el color del pato que pregunte a Adela) de Punta Umbría donde los mocos salían de las fosas nasales del cocinero para acabar donde no debían? ¿Es la culpa nuestra o de Chicote y su programa Pesadilla en la Cocina que te hace cuestionarse más profundamente en qué condiciones está lo que se nos sirve en los restaurantes que los trillones de basura en los que enterraron su vida esos pobres hermanos? Y yo qué sé. Quizás sea simplemente una forma de entrar en calor, de despertar una sonrisa al frío de afuera y de adentro.

Pero Adela, ¿no tuviste bastante con lo que te explayaste en el coche, que te lanzas al ruedo del debate la primera? ¿Será que necesita la chiquilla escupir que le ha angustiado la novela de Doctorow? Angustia provocada por el hecho de saber que está basada en un hecho real; angustia que va aumentando a medida que el deterioro de los hermanos se hace insostenible. Ha aguantado porque la novela es buena, que si no…
A Ángela, que os recuerdo fue su compañera de parloteo en el coche camino de la reunión, le angustió también, pero al final. Menos mal. Marga, sin embargo, no cree que el autor haya desarrollado la historia de los hermanos de un modo angustioso, mientras Elena escucha atenta. Más no puede hacer la pobre, pues afirma y repite varias veces que no ha leído la novela. Honrada la muchacha que es otra y pone cara de póquer y tira millas. ¡Anda que no la animamos toda la noche para que la leyera a pesar de los comentarios “angustiosos/angustiantes” que allí se vertían! No sé cómo no terminó mandándonos a hacer puñetas.

 Margarita, que cuando se pone a argumentar, argumenta, amplió su inicial comentario afirmando que el autor rehúye de dar una imagen de angustia; evita caer en el tópico. ¿Usó María del Mar el verbo angustiar? Pues sí, y varias veces porque la novela en sí la ha angustiado. Pues no veas cuando muere Langley, y Homer se queda esperando su sustento en su sillita de ruedas hasta morir de inanición, añade Ángela, acompañado el comentario de un ¡Uy! ¡Uy! ¡Uy! ¡Uy! colectivo que sonó como si un golpe de viento se colara por las rendijas usurpadoras de las ausencias.

A Mar se le ha caído la novela cuando entran los ocupas en la casa de los hermanos, lo que da pie a una larga discusión entre las que opinamos que viven y están de espaldas a  la sociedad y las que creen lo contrario. 

Pilar lee una entrevista realizada a Doctorow donde, entre otras cosas, afirma:
Todo salió de la primera línea. Un día me senté y escribí: soy Homer, el hermano ciego; resultaba tan evocador… …Sí, he distorsionado datos. De hecho, el músico era Langley y no Homer, éste era el hermano mayor en realidad, murieron en 1947 y no vivían en la Quinta Avenida pero yo quería situarlos ahí frente al Central Park… …Yo no me documento. Escribo a raíz de un acontecimiento… …En la vida real, los hermanos Collyer fueron una especie de folclore instantáneo, la gente venía a ver su casa como si fueran un circo…  … Hace unos siete años salió un artículo donde se decía que los Collyer no tuvieron herederos, así que la ciudad se apoderó de la casa, luego se opusieron a que se pusiera un parque donde estaba la casa y se le bautizara con su nombre. Llevaban cincuenta años muertos y aún molestaban… …El folclore es previo al mito y los hermanos tenían estatus mitológico en mi imaginación. Creo en la ficción como sistema de conocimiento.

Varias comentan cuando llega a la casa el nieto músico de la criada y la reflexión que de él hace el autor; del hecho real de vivir, malvivir, sobrevivir, vivir de otro modo o como queramos llamar a acumular basura y más basura, lo que da pie a Adela, que está repleta de anécdotas ejemplificadoras esta noche (recordad el comentario del cocinero en El Pato…) a contarnos la historia de dos hermanas de Huelva, casada una de ellas con un …(obviamos la nacionalidad para no dar pistas) y otra soltera, que convirtieron su casa en un basurero.

La Margui, que está en todo, nos informa de que a la blogmaster-griposa-ausente le gustó mucho la novela, por aquello del amor filial. Nos cuestionamos algunas si se trataba de amor filial o dependencia patológica. A todas las presentes nos ha parecido excelente la traducción.

Llegan los postres, deliciosos por cierto, y la mesa se parte en dos: por un lado, Ángela, María del Mar y Elena, y por otro Marga y Adela. La que escribe, ni en un grupito ni en otro, sino tomando notas como persona responsable que es. Eso sí, amenizada por el silbido agradecido que sale del móvil de Adela, cuyo hijo mantiene cual secreto de Estado su sistema, usos y horarios de estudio universitario en bibliotecas que acogen sus desvelos nocturnos.

El tiempo pasa, la noche acaba, los postres desaparecen de las bandejas, la muñeca descansa, ponemos propuestas de libros sobre la mesa, votamos. Ganador por mayoría, “París era una fiesta”, de Hemingway. ¡Pobre Calderón de la Barca al que se le hizo la cama para que no saliera!

Próxima cena: 20 de Febrero.
Organizadora: Pilar
Trae invitad@: Cristina

Cierre de cuaderno de actas, bolígrafo al bolsillo. Misión cumplida.

¿Pagamos del fondo? ¿Pues no somos cuatro gatos? ¿Que son once euros con cincuenta por cabeza, querida tesorera? ¿Qué a las otras no les va a importar?... Parole, parole, parole. Teatro, teatrito, teatro pues al final pagamos cada una lo nuestro porque somos honestas, integras, guapas, inteligentes. ¿Inteligentes? ¿María del Mar es inteligente  después de haber dejado el vicio del fumeteo  y volver a la carga? En soledad ha tenido que salir a fumar la pobre mía esta fría cena de Enero, fumadoras desalmadas que la habéis dejado tirada como una colilla. ¿Colilla escribo? Colilla la que  lleva pegada a los labios como una prolongación del rostro el taxista que me coge después de haberme besoteado con las chicas. Colilla que hacía triple salto mortal en una boca que no paró de hablar en todo el trayecto. Una boca enmarcada en una cabeza privilegiada para la orientación. O así me dijo su dueño sin preguntarle, atendiendo a un estudio de la Universidad De No Sé Dónde que afirma rotundo que el sentido de la orientación en la hipófisis de los taxistas, está tres veces más desarrollada que la de cualquier otro mortal, ya sea fontanero o presidente del Banco Mundial, disfrutando de una imagen tridimensional, un sentido geostático  de las cosas.

Subí boquiabierta y con pesar  el ascensor de mi casa, mientras cerraba mi cartera y sacaba las llaves; pesar pues tuve que indicarle dónde estaba exactamente mi calle después de aclararle dónde estaban  a su vez las adyacentes. No sé qué me pasa que me lío con algunas direcciones: por ejemplo, si un cliente me pide que le lleve a Campo de Soria, no sé por qué pero siempre tiro pa Campo de los Mártires, que está en la otra punta de Sevilla. Es que claro esta Sevilla es tan grande…
Sí, eso debe ser, que Sevilla es muy grande y mi grupito de Hoy Libro de esta noche muy chico, pensé; y mi sentido geostático, es más ¿tendré yo sentido geostático? ¿Habrá perdido el mundo su sentido geostático?... Pero, digo yo, ¿qué coño significa “geostático”?... ¿Tendrían los hermanos Cullyer sentido geostático? 

Firmado: La mano que mece la pluma.
(Se recomienda no hacer caso a lo que dice el “publicado por” al final de esta entrada)  


RESULTADO DE LA ENCUESTA: 5 VOTOS
MUY BIEN: 0
BIEN: 5
REGULAR: 0
MAL: 9 

3 comentarios:

Marga dijo...

Boquiabierta me he quedado yo. Un placer leerte. Te propondré para el próximo mes.

Cristina dijo...

Vamos! ¡y querías tú que escribiese yo el acta estando ausente y griposa! ¿cómo iba yo a pillar por unas notitas esos matices gastro-humanos-literarios tan bien detallados por ti? ¿a que tenía yo razón al negarme?

Bueno. Me ha encantado, como todo lo que tú haces.

Ya sabes que me levanté del lecho del dolor después de tres días, y me duché, y me vestí lo más mona que pude... quería ser la séptima gata a toda costa. Pero mis niñas me dijeron, al verme toser por los pasillos, con unas ojeras que me llegaban al ombligo: "pero mamaaaaa, ¿vas a salir así? ¡que hoy libro no es obligatoriooooo!". Esa frase me hizo frenar en seco. ¿qué estás haciendo, criaturita, si hasta hace media hora tenías fiebre? ¿Quién es la más madura de mi casa?...

Así que volví a colocarme el pijama, y a pegar tiritones tirada en el sofá, abrigadita con una manta que no era suficiente, con los klinex repartidos por los cuatro puntos cardinales...

Pero ahora, con tus palabras, es como si hubiera estado allí, cotilleando con vosotras (¿cuando yo no estoy cotilleáis más, o es que se me hace más largo?), y he escuchado vuestros comentarios como si estuviera a tu vera, y he visto lo mona que va siempre mi sobrina (bueno, la de Eli), y a la Marga argumentando, y a tí geostática perdida de vuelta a casa...

¡ole, mi niña, qué bien mece la pluma!

julia carlota dijo...

Qué acta más entretenida, desde luego en la tercera línea supe quién era la pluma, magnífica, y a medida que leía se confirmaba la intuición. ¡¡Creo que deberíamos nombrarte hacedora oficial de todas las actas!!