martes, 17 de septiembre de 2013

El dejenuer antes de la diner del miércoles


El Almuerzo de remeros (1881, en francés: Le déjeuner des canotiers) es un cuadro del pintor impresionista francés Pierre-Auguste Renoir, que se conserva en la colección Phillips, en Washington DC.

Según leemos en nuestro libro "muestra una placentera tarde de vida dudosa en la Maison Fournaise, un restaurante junto al Sena, en uno de los sitios de popularidad reciente adonde los parisinos podían ir en tren. A través de los sauces plateados se ven barcos de placer y un esquife. Un toldo de rayas rojas y blancas proteje al grupo del resplandor del sol. En el nuevo mundo de pintores, patronos y actrices que pinta Renoir es la hora que sigue al almuerzo y todos son amigos. Los modelos fuman, beben y hablan entre botellas vacías y los restos de comida que han quedado en las mesas. Aquí no hay normas ni reglamentos." (94)

Renoir sintió una especial atracción hacia las escenas de la vida cotidiana, cargadas de alegría y vitalidad.



Y en este plasmó una alegre sobremesa en una terraza del restaurante de Fournaise, sobre el río Sena, porque era como una balsa. Estaba en Chatou, y junto al cercano embarcadero de la Grenouillére, era un lugar muy frecuentado por el grupo de los impresionistas, tanto que la islita donde se ubica se llamó desde entonces “Ile des Impressionnistes”. El Fournaise cerró en 1906. Durante años estuvo olvidado, hasta que fue recuperada de las ruinas por una iniciativa del ayuntamiento, que terminó las obras de renovación en 1990.

"Siempre iba a Fournaise. Había muchas chicas guapas a las que pintar... y le llevaba clientes buenos", dijo Renoir.

Todos los que aparecen son retratos juveniles e idealizados de los amigos y colegas de Renoir.

¡La de veces que habré visto este cuadro sn saber quiénes eran!

A la izquierda, Renoir pintó a su novia de entonces, y con la que se casaría al año siguiente. Es Aline Charigot, la dama del sombrero de paja adornado con flores que juega con el perrito. Era costurera. Y a juzgar por su retrato, muy amorosa y cariñosa (por lo menos con los animales).

Detrás suya, apoyado en la baranda y supervisándolo todo, está el dueño del restaurante, con una camiseta sin mangas muy "marlonbrandiana" y el tradicional sombrero de paja de remero. Se llamaba Alphonse Fournaise. El bueno de Alphonse siempre aceptaba el pago de cuadros en lugar de dinero. Incluso cuando Renoir le advirtió que no tenía dinero porque no había vendido nada en los últimos tiempos, Alphonse se limitó a sonreír y dijo que necesitaba otro lienzo para ocultar una mancha de humedad en la pared. Sin embargo, parece que le pagó 16.000 marcos en 1881 por este cuadro, por "En la terraza" y por otro grupo de cuadros más pequeños, una cantidad apreciable que permitió al artista viajar por Europa.

A la derecha del lienzo, hay tres personas en animada charla. El que está de pie era un periodista italiano llamado Maggiolo, con chaqueta blanca, mirando con deleite a la  actriz y modelo habitual de Renoir Ellen Andrée. Delante, con el sombrero de paja, la camisetita blanca de los remeros, y sentado a horcajadas en una silla, está el pintor y mecenas del propio Renoir, Gustave Caillebotte.
 
Más atrás hay una jovencita que se apoya en la baranda. Es la joven hija del propietario, Alphonsine Fournaise, que mira al señor del bombín que nos da la espalda. Es el Barón Raoul Barbier, antiguo alcalde del Saigon colonial. A Alphonsine la pintó Renoir en tres ocasiones, y Degas en dos.


En el centro de toda la composición el artista ha pillado "in fraganti" a la actriz Angéle bebiendo de un vaso mientras nos dirige una melancólica mirada. Ella era la modelo favorita de Renoir.
 
A su lado, hay dos personajes masculinos que parecen escandalizar a una dama de negro, que incluso se tapa los oidos. Son el burócrata Eugène Pierre Lestringez, muy interesado en las ciencias ocultas, y el artista Paul Lhote, reputado seductor, que incluso rodea la cintura de la chica. Son los dos íntimos amigos de Renoir, y la chica con la que coquetean es la elegante Jeanne Samary, famosa actriz de la “Comédie Française”

Y por fin llegamos al fondo.

"Y está Charles. Es el hombre del fondo, el de chistera y levita negra, ligeramente vuelto, visto como de una ojeada. Se distingue apenas su barba marrón rojiza" (94). Y habla con está un hombre joven que lleva una gorra y una chaqueta marrón más informal que el "atuendo benedictino" de Charles, es Jules Laforgue, el poeta, crítico y secretario de Ephrussi, el que lo ayudó en su libro de Durero, aquel que murió tan joven...



"Es una broma entre amigos sobre su uniforme de mecenas: Renoir sugiere que incluso en el más luminoso y liberado de los días hacen falta patronos y críticos, en algún lugar al fondo, sobre el fondo." 

"Charles Ephrussi, o al menos la nuca de Charles Ephrussi, entra en la historia del arte"

7 comentarios:

pilar dijo...

Gracias por reafirmarnos que detrás de una historia hay muchas historias. Uno, efectivamente, ha mirado este cuadro en el pasado sin atender, por ignorancia, que cada uno de los personajes tuvieron una vida

pilar dijo...

...Y, quizás esto os interese. Que lo disfrutéis:

http://elviajero.elpais.com/elviajero/2013/09/12/actualidad/1378979738_044209.html

cosmopolita frustrada dijo...

Qué ganas de hacer esas rutas! ayayayayayayayyyyyyyyyyy qué pena más grandeee no tener parné

Renoir a Ambroise Vollard dijo...

Recuerdo un divertido restaurante en aquel lugar llamado Fournaise, donde la vida era una continua fiesta. ¡El mundo sabía cómo reír en aquellos días! Las máquinas no habían absorbido toda la vida; disponías de tiempo para el ocio y nadie se cansaba de aquello

fersansegundo dijo...

Ahora ya puedo tutearme con todos estos señores y señoritas que tantas veces he remirado. Gracias por presentármelos oficialmente.
Un bello artículo, en verdad.
Gracias.
Fernando

Marga dijo...

Tienes razón, Pilar. Detrás de un libro un cuadro. Tras el cuadro muchas historias que nos desmenuza una bloguera generosa. Tras las historias, un artículo que nos invita a viajar por el lugar exacto en que se pintó el lienzo.
Sí, Fernando, también coincido contigo: un bello artículo.

m del mar dijo...

Gracias Cristina,nos has introducido en el círculo de amigos de Renoir en un momento