martes, 14 de septiembre de 2010

UN CARTERO ULTRALIGERO

¿Por qué nos gusta tanto que el cartero nos traiga un sobre escrito a mano?

En estos tiempos que corren sólo encontramos en nuestro buzón impersonales cartas de bancos. Pero de vez en cuando, entre esos aburridos sobres se cuela un alborotador con nuestro nombre escrito a mano en grandes letras negras. Y nos alegra la vista. Conmueve imaginar al remitente pensando en ti como destinataria del objeto que tiene entre sus manos, y que ni corto ni perezoso invierta su tiempo en comprar un sobre, envolverlo, escribir tu nombre en el sobre, ir a la oficina de correos más próxima y pagar el importe correspondiente para que te llegue pronto. En esta vida ultraligera, en la que todo lo arreglamos pulsando el botón de enter, ya no es normal dedicarle tanto tiempo a alguien. Por eso nos gusta tanto que venga el cartero con alguna sorpresa.

Yo acabo de recibir una de esas sorpresas en mi buzón. Me dejaron un aviso para que lo recogiera en correos, allí acudí rauda y veloz (¿ultraligera?) y no pude evitar abrirlo en la misma puerta. Ya sabéis de mi curiosidad patológica. Encima del sillín de la moto he abierto el sobre con el nerviosismo propio de mi patología, y me he encontrado con un papel de celofán envolviendo una cuidada edición tan celeste como el cielo de hoy, y en la primera página una dedicatoria donde el amigo que me lo enviaba me explicaba que sus ilustraciones acompañan los relatos de "una gran promesa, una joven y vital escritora", Mª Teresa Morillas, que además de todo eso es la persona con la que mi amigo "tiene la suerte de compartir su vida y muchas cosas más".


En la primera página se encuentra toda una declaración de intenciones:
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ULTRALIGEROS
comprimidos efervescentes
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Composición
Contienen aproximadamente unas 1000 palabras por unidad, agua marina purificada, 4 micras de energía solar encapsulada, ácido cítrico en su justa proporción, extractos de hierbabuena y mentol. Aromas de miel, esencia a jazmín antiguo y nácar pulverizado
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Acción terapéutica
Estos relatos han sido imaginados con el ánimo de mitigar el calor veraniego o caldear tardes de chimenea. Está indicado su uso en problemas de fatiga vital, desánimo y cardiopatías varias. Pueden utilizarse como iluminador del páncreas. Son un estimulante sistemático que dilata satisfactoriamente las vías respiratorias.
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Dosificación y empleo
Se aconseja leer uno al día para favorecer así la óptima absorción. La dosis puede ampliarse sin criterio médico. Se deben leer como aperitivo acompañado de un buen vermouth o bebida refrescante. Previo a la iniciación de cada toma, es imprescindible realizar un adecuado tintineo con los cubitos de hielo.
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Efectos secundarios
No se han descrito.
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Advertencias
Durante el tratamiento, si lo desea, la paciente puede quedar embarazada.
Se puede conducir con toda normalidad.
Es compatible con su medicación habitual.
No presenta fecha de caducidad.
Puede crear una sana adicción.
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MANTÉNGASE CERCA DEL ALCANCE Y A LA VISTA DE LOS NIÑOS

RECUERDE: LA LECTURA ES SANADORA.
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Yo ya me estoy medicando. Ya sabéis que para la lectura y el tintineo de los cubitos de hielo soy ULTRALIGERAAAAAAAA


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7 comentarios:

Cristina dijo...

P.D. Se me ha olvidado decir el nombre del remitente-ilustrador-ultraligero: Carlos Alcalá Parejo. Gracias, Carlos. Ya te contaré cómo han sido los efectos secundarios.

caparejo dijo...

¡Gracias Cristina! He recuperado la memoria y me he puesto a rebuscar en tu blog. Mai (Mª Teresa) o sea mi mujer,y yo te damos las gracias. Me encanta como cuentas las cosas porque de algo anecdótico haces una noticia que realmente llega al corazón. Es cierto lo que dices, y en verdad que realizar un envio "analógico" de información o de objeto cualquiera a un amigo/a se convierte en algo entrañable. Disfruta de su lectura. Un besazo muy grande.

Cristina dijo...

Veo que tu medicación funcionó, Carlos, y me has encontrado en este rinconcito "secreto" que tenemos unas cuantas locatas, lejos del maremagnum del facebook. Me alegra que os guste a los dos mi entrada... a ver si algún día secuestramos a tu joven promesa (¿tan joven es? aggggg, ¡no sé si eso lo aguantaremos!) para una de nuestras cenas y que comparta con nosotras el tintineo del hielo hablando de su libro (y algún cotilleo tuyo, jejejeje, no sólo de literatura vivimos). Ya ves que también yo soy "ultraligera" cuando me lo propongo.

la palentina pelota dijo...

Tiene que llegar uno de fuera para expresar lo que pienso cada vez que escribes algo. Es eso, lo que dice tu amigo Carlos: que coges un trapillo aquí, un comentario allá, una noticia, lo que sea...y llegas al corazón.

Angela dijo...

Maravillosa manera de expresar las cosas, Cristina. Cada vez que abro el buzón de la correspondencia sigo esperando encontrarme una carta escrita a mano dirigida a mi, sólo y exclusivamente a mi.

Cristina dijo...

¿os acordáis cuando leíamos cartas en nuestras cenas? ¡que me gustaba aquello!

Cristina dijo...

Mª Teresa: Soy la que necesita leer un libro cuando ha terminado el anterior, porque si no confundo a los personajes, y los protagonistas del que estaba leyendo eran tan intensos que corría el riesgo de ver a los tuyos igual de paranoicos, pero cada vez que pasaba por mi montón de libros en lista de espera (entre los que se coló ultraligero y se puso el primero, el muy fresco), su celeste portada me llamaba a gritos. Ayer por fin lo acabé y abrí el tuyo. Me lo leí de una sentada. Debo decirte que me aficioné a los relatos por obligación cuando tuve a las mellizas. Con tanto niño chico no podía seguir el ritmo de las novelas, y como puedo prescindir de muchas cosas en esta vida pero no de la lectura, me dediqué a los relatos, que por su extensión me daban la posibilidad de aprovechar los pocos momentos que tenía. No son fáciles los relatos. No todo el mundo sabe concentrar la atención del lector en pocas palabras. No todo el mundo consigue que las páginas de un libro huelan a hierbabuena y a moras, que te entren ganas de probar el salchichón de Algotacín, que te angustie ver como un niño despierta de su viaje submarino para encontrarse con una terrible sensación de abandono en medio de un mercadillo... Mientras más avanzaba en la lectura más pena me daba acabarlo ¿sabes lo que me pasó cuando cerré el libro? Que me entraron ganas de otro... ¿Me habré enganchado a tu medicación? Enhorabuena (¡y a tí también, Carlitos! ¡no te pongas celosillo!)